Nada más subir al atril de «Los Encuentros» de LA RAZÓN, en un acto que tuvo lugar en el AC Málaga Palacio el pasado martes, José María Fidalgo (León, 1948) busca entre el repleto aforo, con la palabra y con la mirada, a Juan Jiménez Aguilar. El primero fue líder sindical de CC OO hasta que lo relevó Ignacio Fernández Toxo a finales de 2008; y Jiménez Aguilar, el segundo de a bordo de José María Cuevas en la patronal CEOE durante más de dos décadas. Entre ambos hay un puente de camaradería y cariñosa complicidad. Simbolizan otro tiempo.
No el de la almibarada negociación con el Gobierno – «no hay que confundir diálogo con pasteleo», desliza Fidalgo–, pero sí el de un mayor prestigio de los agentes sociales y del talante negociador: «una actitud ante la vida». El ex secretario general de CC OO, para abrir boca, pone encima de la mesa al Juan de Mairena de Antonio Machado: «Busca a tu complementario. Que marcha siempre a tu lado y que suele ser tu contrario». Quien le deja el toro en suerte es el teniente de Alcalde de Málaga y presidente provincial del PP, Elías Bendodo, que junto al delegado de Andalucía de LA RAZÓN, Francisco Reyero, presentaron el encuentro: «Hace falta gente, como Fidalgo, capaz de respetar las voces discrepantes».
La situción financiera centró las principales preocupaciones del ex líder sindical. Consideró necesario el proceso de fusiones empujado por el Banco de España para conseguir «instituciones financieras solventes», aunque invitó a a alejar la tentación provinciana. «Si la gente cree que las entidades financieras son un compartimento estanco, se equivocan. Hay que buscar no sólo el tamaño nacional, sino el tamaño mundo».
En este sentido, recordó la reflexión que le hizo a Pedro Solbes en su día de «nacionalizar la banca y privatizar las cajas de ahorros» para garantizar la viabilidad del sistema financiero y avisó de su principal preocupación en este terreno: «El miedo es que determinadas autoridades públicas consideren que las cajas son bancos políticos».
Para Fidalgo la crisis actual «coincide con otra internacional», pero «hay una propiamente española». «Nos olvidamos de que el valor y el precio no es lo mismo porque luego viene el ajuste; que la compra de viviendas no es una inversión, sino la compra de un bien de primera necesidad; y que no podemos disponer de recursos que no son nuestros porque al final hay que pagarlos». En el preciso diagnóstico del ex secretario general de CC OO –por algo es médico Fidalgo, aunque ahora dirija «Negocia», una unidad de investigación del IE Business School– cabe además una tercera crisis. «Una crisis de valores» agravada por el descrédito institucional.
«El nuevo modelo productivo –en su opinión– no se puede imponer por ley», tal y como ha pretendido el Gobierno central con el proyecto de Economía Sostenible que aprobó recientemente el Consejo de Ministros y que está por desarrollar, «pero sí hay que hacer un diseño de prioridades». ¿Cuáles son? En primer lugar, «sanearnos y pagar las deudas» que recaen sobre todo en las espaldas de las administraciones. «Esto hay que hacerlo con el ascensor funcionando, focalizando el gasto en los sectores que nos van a sacar de la crisis, que son los que deben recibir los mayores estímulos fiscales». En segundo lugar, acometer las reformas que requieren los nuevos tiempos. Rehuye del pesimismo, pero no esconde las gafas de doble cristal (el de la verdad y la realidad) que invita a lucir en esta difícil encrucijada: «Es que somos un 30 por ciento más pobres de lo que nos creemos. Así que si queremos mantener nuestras condiciones de vida actuales tendremos que trabajar un 30 por ciento más. Es difícil de encajar, pero es así». A los jóvenes les advirtió, asimismo, de que «probablemente sean la primera generación de España que vaya a vivir peor que la anterior».
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