Los deslices lingüísticos se pagan en los exámenes con una nota baja. Después del traspiés que dio la Real Academia de la Lengua Española con su redefinición del término nacionalidad, que no pasó el filtro de los nacionalistas y que ante el suspenso en ciernes fue, definitivamente, repuesta a su forma inicial, las veintidós Academias de la Lengua Española vuelven a patinar. En una decisión que puede levantar ampollas entre los que se sienten y autodefinen como nacionalistas vascos, la nueva edición del diccionario de la RAE pasa por alto incluso el origen etimológico de la palabra y define la palabra abertzale -ya en euskera- como "nacionalista radical". No ha trascendido quién formuló de esta manera la traducción, aunque hay que decir que la acepción no es nueva, ya que en las anteriores ediciones del texto que recoge los términos de la lengua de Cervantes ya figuraba en la A, junto a palabras como analfabeto o abismo, un aberzale, sin t, que llamaba a la vista y mantenía la misma definición.
Abertzales los hay de muchos tipos: altos, bajos, pacíficos, radicales... Pero la definición que le da a la palabra conformada por aberri (patria) y el sufijo tzale (seguidor) la RAE los adorna a todos por igual con las cualidades "extremosos, tajantes o intransigentes", que son los atributos que en el mismo diccionario tiene radical.
Lo que muchos -los que se sientan abertzales- podrían considerar un agravio puede ver su carga aumentada si, además, el agraviado ha sufrido el régimen de Franco en primera persona. Las instituciones encargadas de velar por la unidad del idioma español no han cambiado la definición de franquismo, tal y como reclamaba la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH). En la definición actual, este término se contempla como un "movimiento político y social de tendencia totalitaria".
Según indicó la ARMH en un comunicado difundido ayer, su organización ha protestado en "repetidas ocasiones" contra la definición que da la RAE de las cuatro décadas de dictadura porque, en su opinión, "está muy lejos de reflejar la realidad". El mantenimiento de esta definición, aseguraban, es una forma de "menospreciar el sufrimiento" de los desaparecidos y, en definitiva, "de todas las personas que padecieron alguna de las múltiples formas en las que la dictadura del general Franco negó los derechos fundamentales".
Lo que sí ha corregido la Real Academia de la Lengua Española de la edición que proyecta sacar es la definición de nacionalidad, después de que el pasado mes de mayo detectara un error en una de sus tres acepciones, que provocó las críticas nacionalistas por entender que este cambio obedecía a una intencionalidad política. De esta forma, la primera acepción que figura en la actual es: "condición y carácter peculiar de los pueblos y habitantes de una nación" -y no "de un Estado", como preveía fijar-. Las otras dos acepciones del término que se pueden leer en la modificación adelantada se mantienen igual que en la versión inicial. Así, de acuerdo con la segunda, se trata del "vínculo jurídico de una persona con un Estado, que le atribuye la condición de ciudadano de ese Estado en función del lugar en que ha nacido, de la nacionalidad de sus padres o del hecho de habérsele concedido la naturalización". Y la última es "comunidad autónoma a la que, en su Estatuto, se le reconoce una especial identidad histórica y cultural".
- De muslamen a meloncete.
Cuando el cineasta español José Luis Borau ingresó en la Academia prometió luchar por el término buñueliano, y ahí está entre las novedades que ayer llegaron a la página web de la RAE. También han dado el visto bueno a voces coloquiales como cultureta que, en plan despectivo, es esa "persona pretendidamente culta"; curalotodo (medicina o remedio para cualquier enfermedad), o meloncete (muchacho poco avispado). Muslamen (muslos de una persona, especialmente los de mujer), obrón (obra de gran envergadura) y rojillo, ese individuo de "tendencias políticas más bien de izquierdas", han sido incluidos en el Diccionario, al igual que jet lag y tsunami. Y, en tiempos como los actuales, de crisis económica generalizada, no podíafaltar anticrisis en el Diccionario.
- Acepciones polémicas.
Abertzale. La palabra ‘aberzale’ ya figuraba en el diccionario pero ahora se cambia esa grafía por la original en euskera. La definición sigue intacta, y resulta, cuando menos, curiosa (“dicho de un movimiento político y social vasco, y de sus seguidores: Nacionalista radical”), más cuando el secretario de la Academia ha declarado que ellos no emiten juicios de valor y actúan con la más absoluta de las objetividades.
Franquismo. La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica lamentó ayer que la RAE no haya corregido la definición del término ‘franquismo’. En la definición actual el término éste se contempla como un “movimiento político y social de tendencia totalitaria”.
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