Por primera vez, el editorial de la revista científica Nature cuestionó el papel que la ciencia está jugando para garantizar la producción de alimentos en el planeta, frente al acelerado incremento de la población mundial, de 6,8 mil millones en la actualidad a 9,1 mil millones en 2050, y los cada vez menos equitativos ingresos económicos por familia, sobre todo en los países en desarrollo.
El aumento de rendimiento sostenible - con ayuda de menos agua, fertilizantes y pesticidas; que favorezca una agricultura ecológica basada en la biodiversidad - va a ser una parte crucial de la solución.
Nature explicó que la crisis alimentaria del año 2008, que aumentó a 100 millones el número de personas con hambre en el planeta, no fue tanto el resultado de una baja alarmante en la producción de alimentos, sino un tema vinculado a la volatilidad del mercado -con causas que van mucho más allá de la oferta y de la demanda-.
La revista científica señaló que la economía puede dañar la disponibilidad de alimentos de diversas maneras y puso como ejemplo a los países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), que subsidian a sus agricultores con alrededor de un billón de dólares al día, esto genera dificultades enormes para que los campesinos de países en desarrollo encuentren un lugar en los mercados mundiales.
A pesar de las posturas de sus defensores, para Nature los cultivos genéticamente modificados (OGM) no son la panacea para resolver el problema mundial del hambre y agrega que son irrelevantes para los países pobres. La publicación agrega que exagerar los supuestos beneficios de los OGM sólo puede aumentar la desconfianza del público e incrementar las preocupaciones acerca de la privatización y monopolización de la agricultura.
"La revista científica Nature demuestra una vez más que el hambre es un problema de distribución, falta de acceso a la tierra y a los recursos para hacerla producir; no es un problema de carencia de alimentos. El problema real es que son demasiadas las personas que no tienen suficientes ingresos para comprar comida y cada vez son menos las personas que producen sus propios alimentos. Estos problemas no se resolverán con la introducción de las semillas transgénicas, al contrario, los cultivos transgénicos pueden agravar el problema del hambre y el endeudamiento de los pequeños productores, porque requieren de inversiones mayores en semillas caras y grandes cantidades de agrotóxicos”, declaró Aleira Lara coordinadora de la campaña de agricultura sustentable y transgénicos de Greenpeace.
“Es urgente incentivar la investigación de alternativas orgánicas y sustentables, que garanticen la seguridad, la soberanía alimentaría para todos y que protejan al medio ambiente”, concluyó Lara.
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