Srebrenica entierra a 775 víctimas quince años después
Entre 40.000 y 60.000 personas, en su mayoría familiares de las víctimas, participaron ayer en la conmemoración del decimoquinto aniversario de la matanza de 8.372 varones musulmanes del enclave de Srebrenica. Fue un genocidio cometido por las tropas serbiobosnias del ex general Ratko Mladic y de su líder político, Radovan Karadzic.
La ceremonia tuvo lugar en el centro de Potocar, en las inmediaciones de Srebrenica. Allí, y en presencia de presidentes de Estado y Gobiernos de todas las ex repúblicas de la antigua Yugoslavia y de autoridades europeas, fueron sepultados ayer los restos de 775 víctimas encontradas en centenares de fosas comunes e identificadas en los últimos doce meses mediante exámenes del ADN. Desde el 2003 hasta la fecha, en el enorme camposanto de Potocar han sido identificados y sepultados 4.500 bosnios.
Aunque han transcurrido 15 años de este genocidio, los familiares de la víctimas, y en especial sus madres y esposas, siguen viviendo la tragedia con un dolor que desgarra sobre todo cuando, como ayer, hay de por medio un féretro cubierto con una bandera verde nombre y apellido.
- No más genocidios.
La ceremonia de la sepultura de las 775 víctimas —entre ellos 70 menores de edad— fue dirigida por Mustafa Ceric, jefe de los musulmanes bosnios. Ceric apeló a Europa a hacer todo lo necesario para evitar un nuevo genocidio de musulmanes.
Entre las víctimas sepultadas ayer en Potocar se encontraban los restos de Rudolf Hren, el único católico de la matanza. Fue un popular futbolista local de antes de la guerra, por lo cual su madre, Barbara Hren, pidió que fuese sepultado por el rito católico, pero junto a los que fueron sus vecinos y amigos. La de Srebrenica ha sido la mayor atrocidad vivida en Europa después de la II Guerra Mundial. Acaeció entre el 11 y el 18 de julio de 1995, después de que el contingente de cascos azules de la ONU, que custodiaba el enclave, lo entregara sin ofrecer resistencia al comandante de las tropas serbobosnias.
La noticia de la desaparición de la población masculina musulmana refugiada en Srebrenica se conoció de inmediato, pero fueron necesarios años para obtener las pruebas materiales de un crimen que se produjo a la vista de la ONU, de la OTAN y de la Prensa occidental. Más de ocho mil personas fueron masacradas y sepultadas en pocos días.
La titular de Política Exterior de la UE, Catherine Ashton, sostuvo ayer: «Srebrenica es hoy un monumento silencioso de algo que nunca debía haber ocurrido y de algo que nunca más debe suceder».
El fiscal del Tribunal Penal Internacional de La Haya, Serge Brammertz, recomendó el sábado, a todos aquellos que dicen que la guerra en Bosnia y Herzegovina (1992-1995) es algo del pasado y que hoy es necesario velar por el futuro de los pueblos de los Balcanes occidentales, conversar con los sobrevivientes de la matanza de Srebrenica. «Para estas víctimas, esto no fue ayer, sino que es algo de todos los días», dijo el juez belga que intenta conseguir que Belgrado arreste a Mladic, prófugo de la justicia internacional desde 1996.
Días atrás se inició la exhumación de la enésima fosa común y quizás la mayor encontrada hasta la fecha. Fue descubierta en un depósito de basura en las inmediaciones de Srebrenica. Una mujer que perdió en la matanza a dos hijos, el marido, dos hermanos y varios otros parientes, contaba ayer: «Cuando llega el mes de julio, es verdaderamente difícil. Cuando se inicia la ceremonia y los restos son llevados al cementerio de Potocar, mis hijos no están». La duda y la falta de certeza es desesperante para aquellos que aún no han encontrado los cuerpos de sus seres queridos.
A la ceremonia de ayer asistió el presidente de Serbia, Boris Tadic, lo que irritó a muchos porque Serbia aún no ha capturado a Mladic. Obama mandó un mensaje: «No podemos establecer una paz duradera sin justicia». Eso exigen las víctimas.
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