Es la voz del Gobierno, la encargada de poner al mal tiempo buena cara aunque caigan chuzos de punta. Y pese a todo, está aparentemente feliz y satisfecha. Lo dice alto y claro: ni habrá adelanto electoral, ni teme una remodelación de Gobierno, ni está previsto cambiar la Constitución para complacer a los nacionalistas.
Pregunta.– Finalmente, el Debate sobre el estado de la Nación ha sido decepcionante y, para muchos, estéril. Zapatero no ha conseguido los apoyos que pretendía, ni Rajoy ha salido por la puerta grande…
Respuesta.– El debate ha sido una oportunidad para trasladar a la ciudadanía y al Parlamento el ambicioso programa de reformas que el Gobierno va a seguir llevando a cabo. Nuestro objetivo es reactivar la economía y promover la recuperación del empleo. Ya hemos presentado algunas reformas, como la Ley de Cajas y la del mercado laboral. Otras han sido ya enunciadas, como las pensiones, la energía, la educación o un nuevo plan industrial. Había que poner las ideas encima de la mesa y confrontar propuestas. Rajoy, una vez más, prefirió quedarse al margen.
P.– Sí, pero el coste para el Gobierno es caro porque ha liquidado su proyecto político y Rajoy ha ganado el Debate, aunque por la mínima.
R.– No comparto esa afirmación. El Gobierno ha demostrado que tiene un proyecto que conviene a España. Zapatero se ha mostrado como un presidente comprometido, con un proyecto claro para España con el que saldremos de la crisis económica y financiera más importante de los últimos 80 años. Rajoy, por contra, ha aparecido como una persona que no tiene ningún proyecto para España. Descalifica pero no propone nada. Tiene un único proyecto particular, personal, que es conseguir el poder. El proyecto de Zapatero es España y el de Rajoy, La Moncloa, por eso su única propuesta es pedir elecciones.
P.– Zapatero dijo que hará lo que tenga que hacer aunque le cueste su carrera política y eso es estar dispuesto a hacerse el haraquiri, ¿no?
R.– Un gobernante responsable, progresista y comprometido con su país, los ciudadanos y su proyecto es el que hace lo que debe hacer, por duro que sea para él. Zapatero se coloca todo el tiempo en la piel y en la situación de los ciudadanos, entiende sus incertidumbres y aporta soluciones, que es lo que importa. A diferencia de Rajoy, que sólo alcanza a mirar su ombligo electoral.
P.– Vamos, que Zapatero por mucho que le pida Rajoy que tire la toalla no tiene intención de convocar elecciones anticipadamente…
R.– No va a haber elecciones anticipadas. El presidente ya ha dicho que su contrato con los ciudadanos es de cuatro años y lo va a cumplir. Ahora más que nunca, porque de lo que se trata es de sacar al país adelante. Vamos a superar la situación y se va a volver a crear empleo aún sabiendo que tendremos que trabajar duro y firme.
P.– O sea, que el cadáver político que dice Rajoy que es Zapatero está vivito y coleando…
R.– A Rajoy habría que decirle la frase del tenorio: ‘Los muertos que vos matáis gozan de muy buena salud’, y el presidente está muy vivo. La diferencia es que Zapatero fue al Debate cargado de reformas, con un proyecto firme, y salió reforzado, mientras que Rajoy entró con las manos vacías y se fue sin nada, cero propuestas y cero crédito.
P.– ¿Su contrato como vicepresidenta también es por cuatro años o se liquidará antes si hay una remodelación ministerial en otoño sí o sí?
R.– Ja, ja, ja. Ésa es una pregunta recurrente...
P.– Ya, pero está ahí y si todos tenemos que recortar, no estaría de más reducir el número de ministerios y de gastos.
R.– Yo estoy aquí desde el primer día como estaré hasta el último que quiera el presidente poniendo lo mejor de mí misma. Los miembros del Gobierno no podemos perder ni un minuto en especulaciones sobre si va a haber crisis de Gobierno o no. Estamos volcados en el trabajo diario para reactivar nuestra economía. Y la eficacia no se mide en función
del número de ministerios.
P.– Tal vez, pero si eliminar ministerios es el chocolate del loro, para otros es una acción ejemplarizante.
R.– Lo importante no es el número de ministerios, lo relevante es el modelo de administración que tengas y hacia el que quieras caminar. Lo importante es modernizar una administración que ha quedado anticuada, no si tienes dos o tres ministerios más.
P.– ¿Y si se suprimen Igualdad o Vivienda se hunde el mundo?
R.– Los ministerios, todos, están desarrollando una labor importante. Por ejemplo, Vivienda, que es un ministerio pequeño en su estructura, está haciendo una reestructuración muy importante, la del sector inmobiliario, con un gran programa de rehabilitación de viviendas. En cuanto a Igualdad, comprendo que la derecha no crea en la igualdad real aunque defienda la formal, pero las mujeres sabemos mejor que nadie que la igualdad no la regalan y o se hacen políticas para avanzar en ellas o el retroceso es inevitable.
P.– Pero de lo que el presidente se comprometió en su programa a lo que está haciendo hay un abismo y el bandazo ideológico es innegable.
R.– Ni ha habido cambios ni bandazos, lo que hay es un presidente que gobierna con responsabilidad ante una situación extraordinaria que requiere de actuaciones extraordinarias. Todos los países han tenido que adoptar medidas excepcionales para hacer frente a la situación, y el Gobierno también lo ha hecho y poder así, seguir garantizando el futuro de nuestro país, de nuestro bienestar y de nuestro programa socialdemócrata.
P.– ¿Me dice que no se han dejado en el camino ni un solo pelo del programa y de la ideología socialista?
R.– El proyecto socialista está más íntegro, más vivo y más fuerte que nunca. ¿Que ha habido que recortar?, sí. ¿Que ha costado hacerlo?, también. Pero precisamente porque hay un presidente socialista, el gasto social se ha incrementado un 58% y los recortes han supuesto un 1,5%; que precisamente porque hay un presidente socialista no se han recortado prestaciones como el desempleo, las becas o parte de la Sanidad. Hemos tenido que adoptar un plan de austeridad y tomar medidas coyunturales duras, pero manteniendo la cohesión social, y eso es ser socialista.
P.– ¿Es inevitable aumentar la edad de jubilación, revisar el sistema de pensiones y subir los impuestos?
R.– Hemos hecho una propuesta de reforma de las pensiones para que se pacte en el ámbito del Pacto de Toledo. Nuestro sistema de pensiones es solvente, no está en riesgo en los próximos años y los pensionistas de hoy no tienen nada que temer. Pero si queremos garantizar las pensiones del futuro, dada la evolución demográfica, hay que abordar el asunto sin más dilación. De entrada, es suficiente con alargar de los 65 a los 67 años la edad de jubilación y abordar algunas cuestiones, como las jubilaciones anticipadas.
P.– ¿Y nos tendremos que preparar para nuevos impuestos y para ese famoso impuesto para los ricos que nunca llega?
R.– Nuestra reforma más urgente ha sido la de actuar sobre el gasto público. Es fundamental reducir el déficit para no tener que pagar unos intereses mayores por la deuda. En cuanto a los ingresos para establecer un concepto de equidad y proporcionalidad, nuestra idea es que los ciudadanos que tengan mayor poder adquisitivo contribuyan más en esta situación y eso se verá reflejado ya en los próximos presupuestos
P.– Otro tema estrella del Debate ha sido la sentencia del Estatut. ¡Vaya lío ha provocado entre los socialistas! Montilla ha querido poner a Zapatero entre la espada y la pared...
R.– Aquí no hay ningún lío entre socialistas. El miércoles se reúne el presidente Zapatero con el presidente Montilla con plena normalidad y dentro de un marco institucional. Se ha demostrado en estos cuatro años que el Estatut cabe en la Constitución, que el catastrofismo que pronosticaba el PP con su irresponsable campaña de confrontación era falso. Que ni España se rompe, ni esto ha sido el principio del fin del Estado, ni la liquidación de la Transición. Por discrepancias que pueda haber con la sentencia, lo objetivo es que el marco político y jurídico creado por el Estatut no está afectado por ella.
P.– Bien, ¿pero ahora qué?
R.– La sentencia sólo declara como inconstitucional un artículo y 13 incisos. Dicho esto, vamos a analizar aquello que se ha quedado fuera por una cuestión de forma o competencia para que pueda tener un ajuste y así garantizar el legítimo anhelo de autogobierno de los catalanes, su sentimiento identitario y su idiosincrasia cultural y política, que caben en la Constitución y en el Estatut.
P.– Tal vez, pero para algunos Montilla se ha situado cerca del desacato e instigado una rebelión institucional con la manifestación independentista. ¿Les preocupa?
R.– Montilla dijo alto y claro dos cosas: que acataba la sentencia y que no iba a convocar un referéndum. Es verdad que hay un sentimiento del pueblo de Cataluña de disgusto que yo respeto, pero hay que buscar los cauces para que se produzca el entendimiento en el marco del Estatut y de la Constitución. Y hay margen, créame.
P.– CIU ha roto la baraja, les ha dado la espalda a ustedes y dice que ya no tiene encaje en la Constitución…
R.– CiU ha hecho declaraciones que yo respeto, pero ni comparto ni me parecen coherentes. Confío en que el tiempo haga que las cosas vuelvan a su cauce y cuando pasen las elecciones catalanas se serene el debate y CIU reflexione.
P.– Oiga, el precio para sacar adelante los Presupuestos, si es que se sacan, ¿es que los nacionalistas sigan teniendo la sartén por el mango y, por ejemplo, el PNV consiga mantener la diputaciones forales?
R.– Desde el primer día hemos aceptado la pluralidad del Parlamento y hemos tenido una disposición al consenso con todos los grupos. Todo lo que hemos propuesto en el Parlamento lo hemos sacado adelante más allá de las diferencias que nos separan con otras fuerzas políticas. Por eso, creo que hablar de soledad parlamentaria se ha convertido más en un tópico que en una realidad. Nosotros vamos a seguir trabajando, como siempre, buscando consensos y los Presupuestos saldrán adelante.
P.– Bueno, consensos con todos menos con el PP cuando los ciudadanos clamaban un gran pacto de Estado para salir de la crisis…
R.– Con el PP no hay pactos porque no quiere. Dos no pactan si uno no quiere. Y, desgraciadamente, en este país cuando gobierna la izquierda, la derecha no pacta. Su manera de entender la política en la oposición –también en el Gobierno– es la de la confrontación. Ellos convierten al adversario en el enemigo a batir. Es su forma de entender el poder, de ocupar el poder. Rajoy sólo arrima el ascua a su sardina electoral y se le volverá en contra.
P.– Oiga, ¿y está el horno para bollos de una huelga general?
R.– Los sindicatos están en su derecho de convocar una huelga y el Gobierno está adoptando las decisiones necesarias. Nosotros seguiremos buscando el consenso social con los sindicatos pase lo que pase.
P.– ¡Mójese! Dé una fecha para ver ¡por fin! los brotes verdes y que bajen los cuatro millones de parados.
R.– Los indicadores empiezan a ser positivos. Por tercer mes consecutivo ha bajado el paro. Por quinto mes han subido las afiliaciones a la Seguridad Social. Las matriculaciones de vehículos han aumentado un 35%, la exportación sigue creciendo. Todo eso es signo de recuperación.
P.– Pues los ciudadanos ven a la clase política más un problema que una solución y eso es peligroso si además la corrupción salpica a todos los partidos, ¿no?
R.– Contra la corrupción, tolerancia cero, combate total. Hemos adoptado medidas para expulsar a los corruptos de la vida pública.
P.– Pues, según el PP, ustedes, de la mano de Rubalcaba, han instigado la «pena del Telediario» y se detiene a los suyos, como a Ripoll, sin orden judicial. ¿De ahí a un estado policial no va un paso?
R.– Es intolerable que el PP diga eso porque sabe que es falso. Los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado cumplen la ley de forma escrupulosa y todas las actuaciones se llevan a cabo con plenas garantías judiciales y procesales. El asunto está en que cuando el PP tiene un problema que le estalla en las manos, llámese Gürtel, Ripoll o Fabra, en lugar de colaborar con los jueces y fiscales en el esclarecimiento de los hechos, pone en cuestión el fundamento de las instituciones para extender una cortina de humo ante hechos gravísimos y no asumir nunca sus responsabilidades políticas.
P.– Sin embargo, Rajoy sigue apoyando a Camps por mucho que se le compliquen las cosas...
R.– En el plano judicial, respetamos el proceso que está abierto. Y desde el punto de vista político, seguimos esperando una explicación racional sobre sucesos muy graves que desde hace ya demasiado tiempo afectan a los máximos dirigentes del PP valenciano. Sinceramente, queda ya poco que decir. No sé qué más debe suceder para que el PP tome cartas en el asunto. Los ciudadanos no pueden convivir todos los días con la sospecha constante de la corrupción sin que nadie les dé una sola explicación. No merecen esa actitud del PP, de mirar para otro lado, merecen muchas explicaciones y, al menos, alguna disculpa.
P.– O sea, que la vara de medir de la Fiscalía Anticorrupción es la misma con ellos que con el caso Bono…
R.– Por supuesto. El presidente del Congreso actúa con transparencia, ha puesto todo su patrimonio a disposición de la Fiscalía, hay un procedimiento judicial en marcha y no hay nada. El Gobierno mantiene su confianza intacta en la tercera autoridad del Estado.
P.– Hablando de saltarse la ley, los presidentes de Murcia y Navarra han querido burlar la Ley del Aborto. ¿Estamos todos locos o qué?
R.– Lamentablemente, el PP primero recurre a los tribunales todo aquello que pierde en el Parlamento, y segundo, una vez que también los tribunales le quitan la razón, llama al boicot, el desacato y a la insumisión. Inconcebible en un Estado democrático y de Derecho, donde las leyes son de obligado cumplimiento. Esa es la garantía de nuestro sistema de libertades. Y la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo es una norma de obligado cumplimiento, como todas las leyes, que regula derechos y libertades fundamentales. Y su legitimidad no admite discusión.
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