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viernes, 16 de julio de 2010

Estados Unidos aprueba la mayor reforma financiera desde los años treinta

En la Casa Blanca no podían esconder ayer su alegría por las noticias que llegaban desde el Capitolio. A media mañana, los senadores pusieron fin a los debates sobre la reforma financiera y, horas después, se consumó una nueva e importante victoria política para Barack Obama. El presidente de EEUU logró aprobar una histórica reforma que, aunque algo descafeinada, después de meses de tiras y aflojas entre demócratas y republicanos, representa el mayor cambio de las reglas del juego en Wall Street desde los años 30.

El objetivo último era atajar las causas que desencadenaron la crisis financiera desatada en el 2007 que arrastró a la economía estadounidense –y por efecto dominó a las del resto del planeta– a una de las mayores recesiones que se recuerdan desde la Gran Depresión. La Administración Obama lo dejó muy claro cuando hace un año planteó por primera vez la necesidad de meter mano a Wall Street: hay que acabar con la impunidad de los grandes bancos y frenar los excesos del sector.


- 60 votos.

La aritmética legislativa no ponía las cosas fáciles y mucho se quedó en el camino para que Chris Dodd, el principal arquitecto de la reforma, lograra los apoyos necesarios para sacar la reforma. Al final, el texto se aprobó por 60 votos a favor, incluidos tres republicanos, y 39 en contra. De esta manera se dio el visto bueno definitivo a la nueva legislación que ofrece más protección al consumidor, da a los reguladores nuevos poderes para desmantelar firmas en problemas y establece límites a las transacciones financieras de alto riesgo.

Uno de los aspectos más polémicos durante las negociaciones fue encontrar la fórmula para financiar la reforma, cuyo coste se estima en unos 16.000 millones de dólares. Pese a que se incluyó en la propuesta inicial una nueva tasa a los grandes bancos al final hubo que retirarla del texto definitivo. También se tuvo que forzar el cierre anticipado del fondo creado por la anterior administración para la adquisición de activos tóxicos y aumentar las contribuciones de los bancos al Fondo de Garantía de Depósitos.

La Cámara de Representantes aprobó el mes pasado el texto definitivo y Obama espera estampar su firma la próxima semana. Ahora falta por ver el verdadero alcance de la reforma y el senador Dodd fue ayer muy claro. «No podemos legislar la inteligencia o la pasión. Lo único que podemos hacer es crear las estructuras y confiar en que se ponga al frente a gente competente que atraiga a gente buena que sea capaz de trabajar para que nunca más tengamos que volver a pasar por lo que hemos pasado».

Desde las páginas del Wall Street Journal aseguraban ayer que las nuevas reglas aprobadas en el Capitolio supondrán un cambio revolucionario en la forma de hacer negocios en Wall Street, lo que obligará a algunos de sus máximos exponentes, como JP Morgan Chase, Bank of America o Goldman Sachs, a tener que adaptarse a los nuevos tiempos con importantes modificaciones en su modelo empresarial.

La Fed, uno de los organismos que salen más fortalecidos, destacó ayer que la nueva legislación supone un «importante paso adelante» que ayudará a prevenir que se repitan en el futuro crisis como la del 2007, cuyos efectos aún se resienten en la economía estadounidense. Otros, como el senador demócrata Byron Dorgan, recordaron desde los pasillos de la Cámara alta que la votación de ayer «es un punto de partida, no una victoria final».

El rescate de los bancos fue financiado con ingentes recursos de las arcas públicas y eso despertó la ira popular. La reforma llega como agua de mayo para Obama, que ahora podrá presumir de haber puesto en su sitio a los colosos de Wall Street, intentando frenar el avance de los republicanos y arañar votos de cara a las legislativas de mitad de mandato que se celebrarán en noviembre.

Tras la reforma sanitaria, se trata de la segunda mayor victoria política de Obama desde que llegó al poder hace año y medio y por eso las caras de felicidad de ayer en el 1.600 de la avenida Pensilvania. Ahora habrá que ver si los votantes «compran» los cambios impulsados por la Casa Blanca respaldando a sus candidatos o castigan a los demócratas en las urnas y dan alas a la oposición republicana de cara al 2012.

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